Octubre 15
¿Cómo se deponen
las armas?
¿Ahora quién me pide que cambie un poco? Que por lo menos que cambies la actitud y el tono
de la voz. Que cambies la forma de dirigir la mirada sobre los otros y sobre ti
misma. ¿Acaso puedes respirar y sonreír ante el propio error o ante el traspié ajeno?
Tal vez no tengas que sentarte todo el tiempo en el banquillo del acusado o ser
el juez acusador, a lo mejor pudieras estar sentada en el público observando sin
analizar hasta el cansancio, sin pensar exhaustivamente. Esa herencia, esa tendencia
obsesiva de análisis profundo y categórico de cualquier hecho que me impacte ¿de
qué me ha servido? Parezco una rumiante con un solo estómago, con hipertrofia del
pensamiento y parálisis del corazón… ¿sigo analizando? Jajaja es un hábito en extremo
arraigado. Mi gran imaginación para construir personajes y paisajes, construye el
escenario bélico no sin antes haber hecho un análisis pormenorizado del sujeto motivo
de ataque. La mayoría de las veces, quien ingresa a la contienda es inocente de
su papel de oponente. Los más avezados han
afilado su espada y tienen a la mano escudo, y lanzan una que otra palabra mal
hiriente, por si acaso.
¿De qué manera te puedes aproximar a la ternura y al abrazo? ¿De qué
forma puedes ser tú quien dé el primer paso? ¿Acaso eso es posible sin que haya
culpa o miedo de por medio? ¿Cuál es la otra alternativa a luchar o enfrascarse
en un ataque frontal cual caballero blanco de Ajax? ¿Sabes hacer algo diferente
a pelear? ¿Cómo te gustaría ser tratada o abrazada, aceptada o recibida? ¿Cómo te
gustaría ser escuchada? ¿Será posible que te decidas a deponer las armas y a probar otro camino? Quizás
te pida mucho, pero ¿puedes cambiarlas por otras más seductoras y menos evidentes?
¿Puedes hacerlo, por favor?
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