Octubre
4
¿Dónde se aprende a disfrutar?
Pedí a Dios que me diera de todo para disfrutar de la vida, y Dios me dio la vida para que disfrutara de todo.
De nuevo llegaron los
problemas para dormir toda la noche, los dolorcitos de cabeza, la contracción
muscular en piernas y brazos, de nuevo necesito recurrir al tryptanol… todo de
nuevo. Y entonces me canso, estoy siempre con ganas de cama, y hacer las cosas
me resulta pesado, y tengo ojeras. Estoy cansada de luchar, sí estoy muy
cansada y no sé cómo parar, cómo detener esta vorágine de tareas pendientes, de
cosas por resolver, de aspectos de mí misma que no tolero, de cosas de mi
esposo o mis padres que me molestan y siento que he hecho tanto por mejorar, y
me cuesta apreciar los resultados, es difícil vivir conmigo misma y me canso de
luchar, tú lo sabes Señor, de ser fuerte, quiero paz y no la consigo, sólo me
contacto con el deber y el dolor, el sufrimiento.
Entonces me pregunto:
¿qué hay de nuevo en todo esto Marinés? ¿Está todo igual que al principio? ¿O
es sólo el cansancio, la impaciencia y el querer resultados ya? Es un poco de
todo, porque honestamente, y aunque
suene muy dramático, vivir conmigo no es cosa fácil, tengo un radio que se
enciende en mi cabeza no más abro los ojos, es como si hubieses dejado el
computador encendido buscando archivos en la red, y al amanecer todos quieren
abrirse al mismo tiempo y pujan por ser atendidos, ¡Dios!, eso es muy agotador,
y más me canso cuando comienzo a luchar con mi cuerpo y le pido que se quede un
rato más en la cama y no salga enfilado a hacer tareas y más tareas; lejos de
relajarse mi cuerpo comienza a contraerse, aunque usted no lo crea. Sólo logro quedarme un rato más para hacer la
oración de la mañana -con la aplicación de rezandovoy- puedo entrar en contacto
con mi interior y sentir que estoy en la cama orando y haciendo algo. ¿Así
somos todos? Las respuestas de mis más cercanos, mi esposo por ejemplo, me
indican que no, no tengo idea de lo que camina por su mente y con cuánta
velocidad andan sus tareas dentro de sí, pero al ritmo de las mías,
ciertamente, no van.
Entonces me pregunto de nuevo: ¿qué hay de
nuevo en todo esto Marinés? ¿Está todo igual que al principio? ¿O es sólo el
cansancio, la impaciencia y el querer resultados ya? Aunque estoy realmente
cansada y adolorido mi cuerpo, siento que es un nuevo momento, y una nueva
forma de ver lo-mismo-de-siempre, quizás
hay menos prepotencia, mayor tolerancia a mi vulnerabilidad, a mi debilidad,
más disposición a sentir el brazo de Dios que se abaja hasta donde estoy, y me
dice: confía, sigo aquí, no me he ido
ni me voy a ir, no tienes que hacer grandes malabares para encontrarme, para
dejarte amar y encontrar por Mí, agradece y ofrece lo que te cuesta dominar y
comprender. Quizás sea hora de dejar de enfrentarme con la vida, de darme puños
y querer que las cosas salgan según yo-creo-que-es-lo-mejor;
pero dejar este estilo de vivir, de pensar, de actuar, de orar,… entrar en una de
NO confrontación, de respirar y dejar de actuar a las primeras, es muy fuerte, hay
muchas cosas que pelean como gata recién parida dentro de mí, muchos software instalados
para mi antigua versión. Alguien me podría preguntar: ¿y cuál es el apuro? Verdad,
eso me lo pregunto ahora mismo: ¿podrá darse esto de prisa? (sonrío) Creo que no,
son los software antiguos echando vaina.
Y aunque el cuerpo grita de nuevo su dolor, aunque
el sueño a veces se vuelve huraño, y me contacto con lo frágil, con lo débil y lo
limitada que como humana soy, no me siento derrotada, por allá adentro hay restos
de la antigua víctima, de la iracunda guerrera, quienes reclaman sus ancestrales
dominios y hacen que el cuerpo sienta sus embates, sus ofensivas, aquí estoy también
para agradecerles lo que por mí han hecho. Hoy le agradezco a Dios la vida que me
obsequia a diario, y este don para escribir que me permite conversar con mis dolores y mis fantasmas,
que no se quedan ahí gritando solos sin que nadie comience a escarbar debajo de
la torre para descubrir el tesoro que esconden los perros aulladores. Agradezco
a Dios que además puedo compartirlo con tantos otros… Hoy agradezco.
Hola, María Inés: Gracias por abrirte a "nuestras oejas virtuales". Somos un montón los "acelerados" y "asustados" de esta cultura; y no nos bajamos de la "montaña rusa". Benditos los serenos, como tu marido (el mío también), que nos acompañan desde su trencito, pero que siempre están. Que Dios te bendiga. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Beba: Cuánto contento me produce leer tu comentario. Gracias por acompañarme en esta tarea que uno sabe que otros leen, pero que apenas si de ello me entero. Benditas las coincidencias entre nuestras vidas, en lo acomapañadas que hemos estado por nuestros silentes maridos... me despido muy agradecida de tu compañía en este nuevo camino de mi vida. Un abrazo y que Dios siga bendiciendo tu vida.
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