Octubre 13
¿Para qué me
enviaste a buscar el fuego?
Cuando se apaga el fuego ¿qué viene? Llega el frío, la oscuridad,
la falta de comida caliente, la inactividad, todo está en tinieblas, hay miedo…no
hay amor ¿Quién te guiará en la búsqueda del fuego? ¿Cuál es tu fuego? ¿Qué
hace arder la llama de tu corazón? ¿Qué te hace atravesar temblorosa el bosque?
Y a pesar de que el miedo late en tu interior, también hay una fuerza más
intensa, más potente, que te ayuda a avanzar, entre el frío y la oscuridad, que
te ayuda a lanzarte en las heladas aguas de lo desconocido, a navegar un barco
que nunca antes habías conducido en soledad. Siempre están los luceros, las
estrellas, en la más profunda soledad, en el mayor contacto con la ansiedad y
tu falta de confianza en ti misma o incluso en Dios, siempre, hasta en la noche
más oscura, sale un lucero para acompañarte y recordarte que tu búsqueda es la luz.
Y de pronto, cuando te animas a caminar, y a medida que te alejas de las falsas
luces de la ciudad, lo que era un manto negro y tenebroso se transforma en una sabana
de estrellas, asombrada levantas la mirada y te encuentras con una enorme constelación
de estrellas, su visión te había sido vedada, estaba eclipsada por falsas voces,
por falsas promesas. Corría sin parar tras un espejismo, tras un anhelo o una aspiración
que nadie nunca me había ofrecido. ¿Acaso se calló Dios o enmudecieron los ángeles?
No, simplemente no los podía oír, ni podía ver su vuelo. Sólo escuchaba el latido
del corazón acelerado, el sonido de tu propia circulación era tan perceptible que
no te dejaba conciliar el sueño, horas y horas caminando, esperando llegar a un
lugar donde el corazón sintiera un remanso, horas de camino, kilómetros de miedo
recorridos a solas y nadie esperaba para abrazarme al regreso, sólo sentía desconsuelo.
Nunca sucederá, ni que atraviese el Niágara en bicicleta (como dice
Juan Luis Guerra), nunca sucederá. Hoy me quiero despedir definitivamente de mi
inocencia, de la ingenuidad con la que he recorrido ese camino personal. ¿De qué
me debo agarrar? ¿En quiénes puedo confiar? Seguramente en Dios, pero hay una maraña
interior de voces contrarias que no me permiten escucharlo con claridad. ¿Cómo le
bajo el volumen o la intensidad? ¿Cómo extirpo esa amígdala malsana? ¿Cómo me creo
que ni que haga lo que haga me elogiarán o aceptarán? Jamás cubriré sus expectativas
porque los planes que tenían era que no tuviera mi propia vida, entonces eso de
que culmine una carrera profesional, consiga mi vena artística, pueda crecer sin
vivir a sus expensas, sin estar conectada a su respirador, eso, inconscientemente
no estaba previsto. Nunca me van a perdonar que haya crecido y quiera volar, ya
voy dando pequeños vuelos. Siempre habrá un reproche, y aunque sea todavía la única
que vive en el país y en la misma ciudad, aunque los atiendo en sus necesidades, no seré
para ellos la-que-querían-que-fuera, sin
risa y sin vida propia, sin alas, sin vuelo.
¿En realidad quería que consiguiera el fuego o sólo
esperaban a que aterrada me quedara o me devolviera? Por eso apostaba a que mi matrimonio
no duraría más de 3 meses, -eso lo decía mi madre- Nadie te aguatará, ni te querrá,
eres terrible, horrible como tu papá, y no conseguirás a nadie, a nadie que te ame
y te aguante, ¡eres insoportable! Tienes que cambiar, no puedes ser tú, nadie-puede-vivir-contigo,
sólo nosotros te soportamos y aquí está tu cuarto de castigo para que regreses.
Y muy a su pesar, hace ya casi 30 años que salí al bosque a buscar el fuego, y las
veces que he estado tentada a volver, mi cuerpo, mi intuición me han dicho: -Allá
sólo de visita, cuando es necesario y por raticos. Para ella también debe ser muy
duro ver, muy difícil darse cuenta de que es prescindible, de que puedo vivir sin
ella, ¿cómo vas a dejar morir a la madre sobreprotectora? Por eso, cada vez que
hago (el ingenuo intento) de acudir a su abrigo me araña, casi me muerde y me muestra
los dientes. ¿Será como la loba que les gruñe a sus hijos cuando los desteta y quiere
que aprendan a cazar? ¿Será que en el fondo desea que me mantenga en el bosque hasta
que consiga la luz? Nunca antes lo habías visto
así ¿Será Dios? ¿O todavía responde mi ingenuidad?
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