Noviembre 1
¿Por qué te escogió
mi corazón?
Hace muchos años un entrañable amigo me preguntó: –¿Por qué tú y
yo nunca fuimos novios? –me lo dijo con
cierta ansiedad en el rosto–, ¡Ah! ¿Por qué? Recuerdo
haberle respondido rápidamente: –Simplemente porque tú no te hubieses detenido
a pensar ni un poquito mis propuestas, me hubieses dado alas, y estos dos apasionados juntos nos hubiésemos
estrellado de lo lindo, –se lo dije entre risas–, –Dios nos protegió el uno
del otro (jaja). Hoy evoco con mucha ternura esa conversación, y sin dejar de
sonreír, sigo pensando igual.
Entonces me pregunto, como a diario lo hago: ¿Qué vi en ti que me
enamoró? ¿Por qué te escogí entre muchos otros? ¿Qué me atrajo de tu spleen de París?
¿Qué me sedujo de tus enormes ojos tristes y tu caminar sosegado? ¿Qué me atrajo
de aquella rebeldía contra el orden establecido? ¿Qué de tu escritura plagada de
sarcasmo y oquedad? Y de nuevo me pregunto: ¿Por qué no alguien que hinchara
mis velas para echarse conmigo al enorme y desconocido mar? ¿Por qué no un pavo
real cuyas alas sólo le sirvieran para vanagloriarse y no para volar? ¿Qué
sentido tiene hoy esa escogencia? ¿Qué parte de mí necesita alguien como tú?
¿Qué me hace falta de ti? ¿Cómo me complementas? Justo eso es lo que deseo recuperar,
redescubrir…
Hoy me sigue retando lo impenetrable de tu intimidad. Hoy sigo agradeciendo
tu presencia sólida y silenciosa. Hoy me sigue conmoviendo tu modo suave de
hablar y de actuar, y tu apacible inteligencia. Hoy me cuesta verte a mi lado y
no sonreír porque sigues aquí haciendo muchas cosas diferentes, a pesar de todo
lo que te has quejado para moverte. Hoy te reconozco fiel y capaz de conmoverte
con el dolor ajeno, haciendo el esfuerzo de ser parte del rebaño y no la oveja descarriada.
Hoy te reconozco bailando a mi lado, y sé cuánto nos ha costado acoplarnos, no hemos encontrado un ritmo común, pero ahí vamos, seguimos danzando.
Hoy te siento ahí llevando el chaparrón afuera y cuando entras en la casa no escampa,
a veces, el temporal arrecia. Hoy quiero saber qué es lo que me complementa de ti,
qué parte de ti es mi otra ala, la que nos falta para echar a volar. ¿Cuál será? ¿Lo sabes tú? ¿Se lo preguntamos juntos a Dios?
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