Noviembre 21
¿Todo eso
por un papel?
A
principios de esta semana, buscando un título universitario que había
traspapelado, me tropecé con muchos recuerdos. El extravío de ese documento, sobre todo su búsqueda, me
contactó con el modo en cómo me fui del lugar donde trabajé con tanto afán por
27 años. Sí, hace dos años que solicité la jubilación, y al cumplir con todo lo
requerido, prácticamente salí huyendo. Quise apartarme de esa realidad que yo
relacionaba con todos los malestares que por esa época me aquejaban. Me habían
diagnosticado síndrome del cansancio extremo y fibromialgia, durante ese
tiempo, requerí reposo en cama, rehabilitación, y acudí al médico como pocas
veces lo había hecho antes en mi vida. Había gastado muy a prisa mis cartuchos
y ahí estaban los resultados. De muchas maneras mi cuerpo gritaba pidiendo un
cambio de hábitos, un cambio de perspectiva, una visión diferente, radicalmente
diferente de mi relación conmigo, con Dios y con la vida.
A
través de mi participación en un taller para pacientes con fibromialgia y de su
conductora: Auxiliadora, logré comenzar a comprender lo que los dolores de mi
cuerpo clamaban de mí, pedían que hiciera las cosas de manera diferente a cómo
las había vendido haciendo hasta ese momento. ¿Pero cómo? Eso de cambiarse el
disco duro, de formatearlo, no es cosa que se diga y ni se haga con rapidez y
facilidad. El Señor me envió su auxilio en la persona de esa terapeuta, quien
me acercó a otra perspectiva respecto al dolor y su sanación. Casi desde esa época
practico, con bastante frecuencia, el Liang Gong para ayudar a los músculos a
borrar su memoria de dolor y contracción. También tomé la decisión de jubilarme,
y con ella muchas decisiones más: –El primer año estaría destinado para
ocuparme de mí, para conocerme y mejorar las relaciones con quienes vivo y amo
más.
Jurungando
todos los papeles que había dejado en la oficina me tropecé con una infinidad
de sensaciones y recuerdos: noticas de amigas o compañeras de trabajo, con sus
letras tan familiares que no necesitan firma; tarjetas de cumpleaños, invitaciones, cartas de Eligio, algunos
dibujitos hechos por mí, fotos de Leo con mis sobrinos (todos chiquitos), y papeles y más
papeles llenos de memoria, de momentos, de olores y apegos. Me senté toda una
mañana frente a una enorme bolsa negra de basura, abría las gavetas del archivo
e iba revisando, iba lanzando años de estudios, de reuniones, de proyectos, de
sueños institucionales, que convirtieron en parte de mi existencia, materiales y
artículos, infinidad de textos que me hacían recordar, con nostalgia, ratos de
estudio y algunos dolores de cabeza.
De
veras que puedo afirmar que he pasado gran parte de mi vida escribiendo,
siempre me mantuve conectada con la pasión por la palabra escrita, incluso
para que la gente pudiera acercarse a ella de forma menos dolorosa y más
efectiva. ¿Cuántos escritos he leído y corregido? ¿Cuánta palabra derrochada y
sin lectores ávidos de devorarla? ¿Cuántas técnicas utilizadas para mejorar su
aprendizaje y su enseñanza? Algunas acertadas, otras fallidas. ¿Habrá valido la
pena tanto ahínco y tanto afán? Creo que sí dejamos huellas por los lugares
donde pasamos tantos años, así me lo hacen sentir cuando regreso o cuando me piden un curso o una asesoría. Pero también
sé que al irme todo sigue su curso –menos mal– y pareciera que nadie te echa de
menos, eso te hace consciente de que no eres indispensable, y esa lección la
necesitamos aprender, sobre todo aquellas personas, que como yo, hicimos del
trabajo una especie de “hogar”.
La búsqueda de ese
preciado documento me puso por delante la tarea de terminar de irme de mi
antigua oficina, ya que tenía dos años posponiéndolo una y otra vez. Y así fue
como en mi segundo intento de búsqueda, en un cuartico de cachivaches que hay
en la oficina, encontré una caja de cartón grueso donde tenía organizadas todas
las cosas que me iba a traer para la casa. Ahí junto con los portalápices, los
bolígrafos, con las fotos que tenía el escritorio, estaba el tan buscado título.¡Al fin acepté que me jubilé!
No hay comentarios:
Publicar un comentario