lunes, 19 de octubre de 2015

¿Los milagros existen?



 Octubre 17
¿Los milagros existen?
      En este momento vital siento que estoy parada justo sobre una tenue línea que divide lo que fervorosamente deseo hacer y creer y lo que mis malos hábitos o mañas intentan hacer de mí. Unos desean conducirme hacia la zona de paz, hacia la no agresión ni a mí ni a los demás; los otros se complacen con verme retroceder hacia la contienda, hacia la descalificación, la autoexigencia y el perfeccionismo. Y yo me pregunto a diario: ¿y esta lucha no había cedido? ¿No eran los buenos quienes habían ganado esa batalla? Ingenuamente eso creía, pero no, esa tensión entre el bien que deseo hacer y el mal que hago la menciona San Pablo en su carta a los Romanos. En mi caso, el propio pecado me ayuda a solicitar la asistencia de Dios, a no creerme autosuficiente, a recordar que mi vida es una existencia espiritual, en esta tierra, que sólo anhela de nuevo ir al amor de mi creador.
      Hermoso milagro es la vida y cuánto me cuesta agradecerlo a diario. Hoy hablando con una comadre recordamos que hace menos de un año, al dar a luz al menor de sus hijos, casi muere desangrada, fueron horas de muchísima angustia temiendo por su vida. Todas oramos intensamente, eso era lo único sensato que podíamos hacer además de acompañar a su esposo y familiares para que sintieran el apoyo y la esperanza de quienes tenemos fe. Estábamos cerca del 8 de diciembre y yo le ofrecí su vida a la virgen santa, este año iremos juntas a la fiesta mariana que más he celebrado en mi vida: la Inmaculada Concepción.
     También por Gracia divina tú y yo estamos vivos, yo escribiendo y tú leyendo, hoy tenemos un día más de vida, gracias a Dios. Si cuando la enfermedad, la angustia o la muerte tocan a mi puerta soy  capaz de reconocer el don diario de estar viva, ¿por qué me cuesta tanto reconocerlo día a día? ¿Por qué hago todo lo posible por olvidarme del presente y navego con facilidad hacia el pasado o el futuro? ¡Qué pena! Es como si al darme un obsequio sólo lo mirara de reojo, sin darle importancia, sin agradecerlo. ¿Acaso importa si me gusta o no? ¿He pensado en lo que hizo o dejó de hacer el otro para darme ese obsequio? ¿Cuán dispuesta estoy a salir de mí y ponerme los zapatos del otro? Las respuestas de estas preguntas en mi vida sólo evidencian esa tensión entre el bien que deseo hacer y el mal que hago, hoy me reconozco limitada y falible.
     Para agradecer es indispensable salir del egoísmo,  salir de la zona en la que confortablemente sólo estoy al tanto y al pendiente de mí misma y mis problemas. Me lo he puesto como tarea, abro los ojos y agradezco a Dios así me duela todo el cuerpo y haya tenido una mala noche: agradezco. A veces  me obligo a hacerlo, otras, la misma lista de cosas por las que agradezco hacen que mi corazón se ablande y agradezca de verdad, verdad. Hoy agradezco por este don que Dios ha inscrito en mi corazón, éste que me permite ver mis guerras perdidas y los trofeos que me he traído a casa después de esas intestinas batallas.Gracias Dios por mi vida y las circunstancias que me das. G R A C I A S

viernes, 16 de octubre de 2015

¿Cómo se deponen las armas?



Octubre 15



¿Cómo se deponen las armas?




¿Ahora quién me pide que cambie un poco? Que por lo menos que cambies la actitud y el tono de la voz. Que cambies la forma de dirigir la mirada sobre los otros y sobre ti misma. ¿Acaso puedes respirar y sonreír ante el propio error o ante el traspié ajeno? Tal vez no tengas que sentarte todo el tiempo en el banquillo del acusado o ser el juez acusador, a lo mejor pudieras estar sentada en el público observando sin analizar hasta el cansancio, sin pensar exhaustivamente. Esa herencia, esa tendencia obsesiva de análisis profundo y categórico de cualquier hecho que me impacte ¿de qué me ha servido? Parezco una rumiante con un solo estómago, con hipertrofia del pensamiento y parálisis del corazón… ¿sigo analizando? Jajaja es un hábito en extremo arraigado. Mi gran imaginación para construir personajes y paisajes, construye el escenario bélico no sin antes haber hecho un análisis pormenorizado del sujeto motivo de ataque. La mayoría de las veces, quien ingresa a la contienda es inocente de su papel de oponente. Los más avezados  han afilado su espada y tienen a la mano escudo, y lanzan una que otra palabra mal hiriente, por si acaso.



¿De qué manera te puedes aproximar a la ternura y al abrazo? ¿De qué forma puedes ser tú quien dé el primer paso? ¿Acaso eso es posible sin que haya culpa o miedo de por medio? ¿Cuál es la otra alternativa a luchar o enfrascarse en un ataque frontal cual caballero blanco de Ajax? ¿Sabes hacer algo diferente a pelear? ¿Cómo te gustaría ser tratada o abrazada, aceptada o recibida? ¿Cómo te gustaría ser escuchada? ¿Será posible que te decidas a deponer las armas y a probar otro camino? Quizás te pida mucho, pero ¿puedes cambiarlas por otras más seductoras y menos evidentes? ¿Puedes hacerlo, por favor?

miércoles, 14 de octubre de 2015

¿Para qué me enviaste a buscar el fuego?



Octubre 13
¿Para qué me enviaste a buscar el fuego?
Cuando se apaga el fuego ¿qué viene? Llega el frío, la oscuridad, la falta de comida caliente, la inactividad, todo está en tinieblas, hay miedo…no hay amor ¿Quién te guiará en la búsqueda del fuego? ¿Cuál es tu fuego? ¿Qué hace arder la llama de tu corazón? ¿Qué te hace atravesar temblorosa el bosque? Y a pesar de que el miedo late en tu interior, también hay una fuerza más intensa, más potente, que te ayuda a avanzar, entre el frío y la oscuridad, que te ayuda a lanzarte en las heladas aguas de lo desconocido, a navegar un barco que nunca antes habías conducido en soledad. Siempre están los luceros, las estrellas, en la más profunda soledad, en el mayor contacto con la ansiedad y tu falta de confianza en ti misma o incluso en Dios, siempre, hasta en la noche más oscura, sale un lucero para acompañarte y recordarte que tu búsqueda es la luz. Y de pronto, cuando te animas a caminar, y a medida que te alejas de las falsas luces de la ciudad, lo que era un manto negro y tenebroso se transforma en una sabana de estrellas, asombrada levantas la mirada y te encuentras con una enorme constelación de estrellas, su visión te había sido vedada, estaba eclipsada por falsas voces, por falsas promesas. Corría sin parar tras un espejismo, tras un anhelo o una aspiración que nadie nunca me había ofrecido. ¿Acaso se calló Dios o enmudecieron los ángeles? No, simplemente no los podía oír, ni podía ver su vuelo. Sólo escuchaba el latido del corazón acelerado, el sonido de tu propia circulación era tan perceptible que no te dejaba conciliar el sueño, horas y horas caminando, esperando llegar a un lugar donde el corazón sintiera un remanso, horas de camino, kilómetros de miedo recorridos a solas y nadie esperaba para abrazarme al regreso, sólo sentía desconsuelo.
Nunca sucederá, ni que atraviese el Niágara en bicicleta (como dice Juan Luis Guerra), nunca sucederá. Hoy me quiero despedir definitivamente de mi inocencia, de la ingenuidad con la que he recorrido ese camino personal. ¿De qué me debo agarrar? ¿En quiénes puedo confiar? Seguramente en Dios, pero hay una maraña interior de voces contrarias que no me permiten escucharlo con claridad. ¿Cómo le bajo el volumen o la intensidad? ¿Cómo extirpo esa amígdala malsana? ¿Cómo me creo que ni que haga lo que haga me elogiarán o aceptarán? Jamás cubriré sus expectativas porque los planes que tenían era que no tuviera mi propia vida, entonces eso de que culmine una carrera profesional, consiga mi vena artística, pueda crecer sin vivir a sus expensas, sin estar conectada a su respirador, eso, inconscientemente no estaba previsto. Nunca me van a perdonar que haya crecido y quiera volar, ya voy dando pequeños vuelos. Siempre habrá un reproche, y aunque sea todavía la única que vive en el país y en la misma ciudad,  aunque los atiendo en sus necesidades, no seré para ellos la-que-querían-que-fuera, sin risa y sin vida propia, sin alas, sin vuelo.
        ¿En realidad quería que consiguiera el fuego o sólo esperaban a que aterrada me quedara o me devolviera? Por eso apostaba a que mi matrimonio no duraría más de 3 meses, -eso lo decía mi madre- Nadie te aguatará, ni te querrá, eres terrible, horrible como tu papá, y no conseguirás a nadie, a nadie que te ame y te aguante, ¡eres insoportable! Tienes que cambiar, no puedes ser tú, nadie-puede-vivir-contigo, sólo nosotros te soportamos y aquí está tu cuarto de castigo para que regreses. Y muy a su pesar, hace ya casi 30 años que salí al bosque a buscar el fuego, y las veces que he estado tentada a volver, mi cuerpo, mi intuición me han dicho: -Allá sólo de visita, cuando es necesario y por raticos. Para ella también debe ser muy duro ver, muy difícil darse cuenta de que es prescindible, de que puedo vivir sin ella, ¿cómo vas a dejar morir a la madre sobreprotectora? Por eso, cada vez que hago (el ingenuo intento) de acudir a su abrigo me araña, casi me muerde y me muestra los dientes. ¿Será como la loba que les gruñe a sus hijos cuando los desteta y quiere que aprendan a cazar? ¿Será que en el fondo desea que me mantenga en el bosque hasta que consiga la luz? Nunca antes lo habías visto así ¿Será Dios? ¿O todavía responde mi ingenuidad?

lunes, 12 de octubre de 2015

¿Para qué será buena el agua de mar?


Octubre 10
¿Para qué será buena el agua de mar?

Dice Clarisse Pinkola en Mujeres que corren con los lobos: "A menudo la ruptura del vínculo de la mujer y su intuición se interpreta erróneamente como el rompimiento de la intuición. Pero no es así. No es la intuición la que se rompe, sino más bien el don matrilineal de la intuición, la transmisión de la confianza intuitiva entre una mujer y todas las mujeres de su linaje que le han precedido en este largo río de mujeres que se ha represado." Por eso fuimos al mar que es el morir de todos los ríos, allí se produce el encuentro de nuestras aguas con las otras y sus colores, sus miedos, su sabiduría y su prudencia, sus sustos y sus aprendizajes... Por eso, ahora que ya todas cumplimos los 50 (o más), y que hemos visto crecer nuestros vientres con la maternidad y hemos llorado nuestros propios muertos, nos encontramos de nuevo, ya no en la casa de mi tía, sino junto al mar. 
No sólo ha cambiado la geografía de nuestros cuerpos, nuestra ingenuidad o lo que quedaba de ella fue ahogándose... ya no somos las mismas a las que nuestras madres disfrazaban en carnavales para llevarnos al paseo Los Próceres en Caracas. Hay cambios trascendentales: los abdómenes se han abultado, los senos se han caído, los rostros tienen líneas que indican el paso de los años, pero somos un grupo de mujeres que tienen un vínculo invisible del cual también me siento cómplice, me siento parte de esas mujeres buenasmozas, valiosas y valientes que no se dejan amedrentar tan fácilmente por las tempestades, y aunque hemos conocido las tristeza y la derrota también hemos salido aprendiendo alguna que otra la lección. Hemos navegado en la oscuridad con el deseo ardiente de encontrar la luz.

Una de mis primas descubrió que el agua de mar tiene múltiples propiedades curativas, entre ellas que contiene todos los elementos de la tabla periódica y que su pH es neutro, y por eso recomiendan tomarla a diario en una proporción de 1 a 5…repitió ese cuento durante casi todo el paseo, y por supuesto fue objeto de burlas, pero al final del viaje cada una se llevó para su casa: una-botellita-de-agua-de-mar. Pero en estos días de primas descubrimos otras propiedades curativas...
Remojadas en sus aguas revelamos nuestros monstruos y los echamos a volar, a veces compartimos cómo lo hicimos.
Escuchando su vaivén salieron del corazón hermosas palabras, la sabiduría concluyó, sólo el perdón conduce al amor.
Mientras sus olas golpeaban nuestras piernas, el alma confesó tristezas que no logra comprender ni perdonar, ese corazón que llora consiguió escucha y compresión.
Al calor del sol de mediodía se hicieron promesas de acompañarnos, y aunque la distancia exista, siempre está la oración, una de mis primas se encontró en la playa una imagen de la Virgen María que se formó en un coral y me la obsequió.
 Fueron días de compartir confidencias sobre los hijos, los maridos, los trabajos, la jubilación..., surgieron recuerdos que sólo entre nosotras tienen sentido, trajeron risas y complicidad. Fue todo un ritual femenino junto a la matrona, que ya ha visitado en otras oportunidades el mar, también Dios quiso que lleváramos de la mano a una primita, apenas con 21 añitos, ya está lista para iniciar su despedida a la ingenuidad.
Remojadas en ese turquesa apacible y lleno de algas, acompañadas por algunas cervecitas  o mojitos se interpretó la sinfonía de los lazos familiares...la armonía musical que sólo produce el amor y la confianza, la historia compartida. Bendito encuentro, ¡qué vivan las primas con menopausia y más de cincuenta! Si saben que publiqué ésto me van a matar.

jueves, 8 de octubre de 2015

¿Amor se escribe con H?


Octubre 8

¿Amor se escribe con H?
Para mi tía Alba

Hace algunas semanas que mis primas y mi tía prometieron venir a visitarnos para encontrarnos y disfrutar de unos días en la playa, ya que todas nosotras (las muchachas) habíamos cumplido los 50. Prometimos encontrarnos antes de que la más pequeña de nuestra generación cumpliera los 51. Por fin llegó el tan ansiado encuentro. La mañana en que llegaron me desperté soñando con mi Tite, el hermano mayor de mi mamá, soñé clarito que me lo encontré  en una tienda, creo que detrás de una pieza de tela, y me sonrió y me dijo: -¿Qué hubo mija?, igualito a él. Mi tío se fue, como vivió sus 93 añitos, sin ningún lujo, sin muchas quejas y sin ningún aspaviento. Por su alma elevo hoy una oración.


Cuando estoy con la familia de mi mamá todo cambia, la risa llega a mi vida, llegan  el chiste y el doble sentido perennes. Así ha sido desde que inundaron el lunes la casa de mis padres, tal como si fuesen una bandada de loros, llegaron en cambote y con un sabroso bullicio de vuelo compartido. Estoy tan agradecida con este encuentro, estaba tan necesitada de ellas, de lo que siempre han aportado a mi vida. Son horizontales, para ellos todos somos iguales, y aunque han tenido posiciones sociales o algunos bienes, no se les quita lo llano, saben que todos venimos de la misma fuente, del mismo Padre Nuestro. No tengo idea de cómo me ven, pero sí sé que me quieren muchísimo, así con mis cosas, tal y como soy. En medio de una gran echadera de broma, en pleno mar Caribe,  hemos tenido las conversaciones más profundas sobre la vida y la muerte,  sobre Dios, los hijos, los maridos, el trabajo y el perdón. Me enseñan que las diferencias entre ellos, aunque sean las más graves, no les hacen perder el sentido de unidad y familia, entre ellos hay comunicación y confianza, entre ellos se respira respeto y amor. Estoy muy impresionada de cómo, cada una de nosotras se ha crecido, en cada momento de prueba esas mujeres han salido brillando.

Mi tía es la matrona, es como mi abuela Inés, en extremo adelantada para su edad, a veces mis primas y yo somos más pacatas y conservadoras que ella, ¡qué risa! Desde siempre me ha gustado ir para su casa, cuando estábamos pequeños e íbamos para allá de vacaciones, era como si mis papás perdieran un poco la angustia y la rigidez que siempre les ha acompañado, y mi mamá se veía feliz, tenía con quien compartir, jugar y echar cuentos con mi tía hasta quedarse afónica (ellas son hermanas del alma).

Allí fuimos Eligio y yo recién casados, y la sensación de ser bien recibidos y de que estás en casa no disminuyó para nada. Cuando Leo nació también le quise regalar el contacto con esta otra parte de mi familia, él los ama y se ríe un montón con sus primos. Son generosos con lo que tienen y con sus opiniones, aunque a veces su humor es lapidario, logran que te rías de tus propios defectos, entre ellos se vive el amor con H, el humor. 
Incluso ante la adversidad los he visto reír. Aceptan a mi papá y sus vainas con mucho amor y le echan broma por sus cosas, le dicen Droopy (como un personaje de las comiquitas) porque está en todas partes y le dicen en su cara: Hola Joe, jajaja. A él también lo desarman, y sin dejar de ser él, se ríe muchísimo y las atiende  como unas princesas.

Durante estos días juntas hemos compartido como sólo se puede hacer con la familia, con quienes crecimos juntas, nos hemos reído de los mismos cuentos de toda la vida, de los mismos recuerdos, y hemos añorado a mi abuela y amis tíos ya fallecidos. Qué afortunada he sido en crecer bajo la sombra de este árbol, en tener este otro referente sencillo de lo que son las relaciones y la vida. Gracias Diosito por este oxígeno, por este humor que a todas luces es amor, y viene de ti.

lunes, 5 de octubre de 2015

¿Dónde se aprende a disfrutar?


Octubre 4
¿Dónde se aprende a disfrutar?

Pedí a Dios que me diera de todo para disfrutar de la vida, y Dios me dio la vida para que disfrutara de todo.

De nuevo llegaron los problemas para dormir toda la noche, los dolorcitos de cabeza, la contracción muscular en piernas y brazos, de nuevo necesito recurrir al tryptanol… todo de nuevo. Y entonces me canso, estoy siempre con ganas de cama, y hacer las cosas me resulta pesado, y tengo ojeras. Estoy cansada de luchar, sí estoy muy cansada y no sé cómo parar, cómo detener esta vorágine de tareas pendientes, de cosas por resolver, de aspectos de mí misma que no tolero, de cosas de mi esposo o mis padres que me molestan y siento que he hecho tanto por mejorar, y me cuesta apreciar los resultados, es difícil vivir conmigo misma y me canso de luchar, tú lo sabes Señor, de ser fuerte, quiero paz y no la consigo, sólo me contacto con el deber y el dolor, el sufrimiento.

Entonces me pregunto: ¿qué hay de nuevo en todo esto Marinés? ¿Está todo igual que al principio? ¿O es sólo el cansancio, la impaciencia y el querer resultados ya? Es un poco de todo, porque honestamente,  y aunque suene muy dramático, vivir conmigo no es cosa fácil, tengo un radio que se enciende en mi cabeza no más abro los ojos, es como si hubieses dejado el computador encendido buscando archivos en la red, y al amanecer todos quieren abrirse al mismo tiempo y pujan por ser atendidos, ¡Dios!, eso es muy agotador, y más me canso cuando comienzo a luchar con mi cuerpo y le pido que se quede un rato más en la cama y no salga enfilado a hacer tareas y más tareas; lejos de relajarse mi cuerpo comienza a contraerse, aunque usted no lo crea.  Sólo logro quedarme un rato más para hacer la oración de la mañana -con la aplicación de rezandovoy- puedo entrar en contacto con mi interior y sentir que estoy en la cama orando y haciendo algo. ¿Así somos todos? Las respuestas de mis más cercanos, mi esposo por ejemplo, me indican que no, no tengo idea de lo que camina por su mente y con cuánta velocidad andan sus tareas dentro de sí, pero al ritmo de las mías, ciertamente, no van.

 Entonces me pregunto de nuevo: ¿qué hay de nuevo en todo esto Marinés? ¿Está todo igual que al principio? ¿O es sólo el cansancio, la impaciencia y el querer resultados ya? Aunque estoy realmente cansada y adolorido mi cuerpo, siento que es un nuevo momento, y una nueva forma de ver lo-mismo-de-siempre, quizás hay menos prepotencia, mayor tolerancia a mi vulnerabilidad, a mi debilidad, más disposición a sentir el brazo de Dios que se abaja hasta donde estoy, y me dice: confía, sigo aquí, no me he ido ni me voy a ir, no tienes que hacer grandes malabares para encontrarme, para dejarte amar y encontrar por Mí, agradece y ofrece lo que te cuesta dominar y comprender. Quizás sea hora de dejar de enfrentarme con la vida, de darme puños y querer que las cosas salgan según yo-creo-que-es-lo-mejor; pero dejar este estilo de vivir, de pensar, de actuar, de orar,… entrar en una de NO confrontación, de respirar y dejar de actuar a las primeras, es muy fuerte, hay muchas cosas que pelean como gata recién parida dentro de mí, muchos software instalados para mi antigua versión. Alguien me podría preguntar: ¿y cuál es el apuro? Verdad, eso me lo pregunto ahora mismo: ¿podrá darse esto de prisa? (sonrío) Creo que no, son los software antiguos echando vaina. 

Y aunque el cuerpo grita de nuevo su dolor, aunque el sueño a veces se vuelve huraño, y me contacto con lo frágil, con lo débil y lo limitada que como humana soy, no me siento derrotada, por allá adentro hay restos de la antigua víctima, de la iracunda guerrera, quienes reclaman sus ancestrales dominios y hacen que el cuerpo sienta sus embates, sus ofensivas, aquí estoy también para agradecerles lo que por mí han hecho. Hoy le agradezco a Dios la vida que me obsequia a diario, y este don para escribir que me permite conversar con mis dolores y mis fantasmas, que no se quedan ahí gritando solos sin que nadie comience a escarbar debajo de la torre para descubrir el tesoro que esconden los perros aulladores. Agradezco a Dios que además puedo compartirlo con tantos otros… Hoy agradezco.