jueves, 8 de octubre de 2015

¿Amor se escribe con H?


Octubre 8

¿Amor se escribe con H?
Para mi tía Alba

Hace algunas semanas que mis primas y mi tía prometieron venir a visitarnos para encontrarnos y disfrutar de unos días en la playa, ya que todas nosotras (las muchachas) habíamos cumplido los 50. Prometimos encontrarnos antes de que la más pequeña de nuestra generación cumpliera los 51. Por fin llegó el tan ansiado encuentro. La mañana en que llegaron me desperté soñando con mi Tite, el hermano mayor de mi mamá, soñé clarito que me lo encontré  en una tienda, creo que detrás de una pieza de tela, y me sonrió y me dijo: -¿Qué hubo mija?, igualito a él. Mi tío se fue, como vivió sus 93 añitos, sin ningún lujo, sin muchas quejas y sin ningún aspaviento. Por su alma elevo hoy una oración.


Cuando estoy con la familia de mi mamá todo cambia, la risa llega a mi vida, llegan  el chiste y el doble sentido perennes. Así ha sido desde que inundaron el lunes la casa de mis padres, tal como si fuesen una bandada de loros, llegaron en cambote y con un sabroso bullicio de vuelo compartido. Estoy tan agradecida con este encuentro, estaba tan necesitada de ellas, de lo que siempre han aportado a mi vida. Son horizontales, para ellos todos somos iguales, y aunque han tenido posiciones sociales o algunos bienes, no se les quita lo llano, saben que todos venimos de la misma fuente, del mismo Padre Nuestro. No tengo idea de cómo me ven, pero sí sé que me quieren muchísimo, así con mis cosas, tal y como soy. En medio de una gran echadera de broma, en pleno mar Caribe,  hemos tenido las conversaciones más profundas sobre la vida y la muerte,  sobre Dios, los hijos, los maridos, el trabajo y el perdón. Me enseñan que las diferencias entre ellos, aunque sean las más graves, no les hacen perder el sentido de unidad y familia, entre ellos hay comunicación y confianza, entre ellos se respira respeto y amor. Estoy muy impresionada de cómo, cada una de nosotras se ha crecido, en cada momento de prueba esas mujeres han salido brillando.

Mi tía es la matrona, es como mi abuela Inés, en extremo adelantada para su edad, a veces mis primas y yo somos más pacatas y conservadoras que ella, ¡qué risa! Desde siempre me ha gustado ir para su casa, cuando estábamos pequeños e íbamos para allá de vacaciones, era como si mis papás perdieran un poco la angustia y la rigidez que siempre les ha acompañado, y mi mamá se veía feliz, tenía con quien compartir, jugar y echar cuentos con mi tía hasta quedarse afónica (ellas son hermanas del alma).

Allí fuimos Eligio y yo recién casados, y la sensación de ser bien recibidos y de que estás en casa no disminuyó para nada. Cuando Leo nació también le quise regalar el contacto con esta otra parte de mi familia, él los ama y se ríe un montón con sus primos. Son generosos con lo que tienen y con sus opiniones, aunque a veces su humor es lapidario, logran que te rías de tus propios defectos, entre ellos se vive el amor con H, el humor. 
Incluso ante la adversidad los he visto reír. Aceptan a mi papá y sus vainas con mucho amor y le echan broma por sus cosas, le dicen Droopy (como un personaje de las comiquitas) porque está en todas partes y le dicen en su cara: Hola Joe, jajaja. A él también lo desarman, y sin dejar de ser él, se ríe muchísimo y las atiende  como unas princesas.

Durante estos días juntas hemos compartido como sólo se puede hacer con la familia, con quienes crecimos juntas, nos hemos reído de los mismos cuentos de toda la vida, de los mismos recuerdos, y hemos añorado a mi abuela y amis tíos ya fallecidos. Qué afortunada he sido en crecer bajo la sombra de este árbol, en tener este otro referente sencillo de lo que son las relaciones y la vida. Gracias Diosito por este oxígeno, por este humor que a todas luces es amor, y viene de ti.

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