viernes, 16 de octubre de 2015

¿Cómo se deponen las armas?



Octubre 15



¿Cómo se deponen las armas?




¿Ahora quién me pide que cambie un poco? Que por lo menos que cambies la actitud y el tono de la voz. Que cambies la forma de dirigir la mirada sobre los otros y sobre ti misma. ¿Acaso puedes respirar y sonreír ante el propio error o ante el traspié ajeno? Tal vez no tengas que sentarte todo el tiempo en el banquillo del acusado o ser el juez acusador, a lo mejor pudieras estar sentada en el público observando sin analizar hasta el cansancio, sin pensar exhaustivamente. Esa herencia, esa tendencia obsesiva de análisis profundo y categórico de cualquier hecho que me impacte ¿de qué me ha servido? Parezco una rumiante con un solo estómago, con hipertrofia del pensamiento y parálisis del corazón… ¿sigo analizando? Jajaja es un hábito en extremo arraigado. Mi gran imaginación para construir personajes y paisajes, construye el escenario bélico no sin antes haber hecho un análisis pormenorizado del sujeto motivo de ataque. La mayoría de las veces, quien ingresa a la contienda es inocente de su papel de oponente. Los más avezados  han afilado su espada y tienen a la mano escudo, y lanzan una que otra palabra mal hiriente, por si acaso.



¿De qué manera te puedes aproximar a la ternura y al abrazo? ¿De qué forma puedes ser tú quien dé el primer paso? ¿Acaso eso es posible sin que haya culpa o miedo de por medio? ¿Cuál es la otra alternativa a luchar o enfrascarse en un ataque frontal cual caballero blanco de Ajax? ¿Sabes hacer algo diferente a pelear? ¿Cómo te gustaría ser tratada o abrazada, aceptada o recibida? ¿Cómo te gustaría ser escuchada? ¿Será posible que te decidas a deponer las armas y a probar otro camino? Quizás te pida mucho, pero ¿puedes cambiarlas por otras más seductoras y menos evidentes? ¿Puedes hacerlo, por favor?

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