miércoles, 14 de octubre de 2015

¿Para qué me enviaste a buscar el fuego?



Octubre 13
¿Para qué me enviaste a buscar el fuego?
Cuando se apaga el fuego ¿qué viene? Llega el frío, la oscuridad, la falta de comida caliente, la inactividad, todo está en tinieblas, hay miedo…no hay amor ¿Quién te guiará en la búsqueda del fuego? ¿Cuál es tu fuego? ¿Qué hace arder la llama de tu corazón? ¿Qué te hace atravesar temblorosa el bosque? Y a pesar de que el miedo late en tu interior, también hay una fuerza más intensa, más potente, que te ayuda a avanzar, entre el frío y la oscuridad, que te ayuda a lanzarte en las heladas aguas de lo desconocido, a navegar un barco que nunca antes habías conducido en soledad. Siempre están los luceros, las estrellas, en la más profunda soledad, en el mayor contacto con la ansiedad y tu falta de confianza en ti misma o incluso en Dios, siempre, hasta en la noche más oscura, sale un lucero para acompañarte y recordarte que tu búsqueda es la luz. Y de pronto, cuando te animas a caminar, y a medida que te alejas de las falsas luces de la ciudad, lo que era un manto negro y tenebroso se transforma en una sabana de estrellas, asombrada levantas la mirada y te encuentras con una enorme constelación de estrellas, su visión te había sido vedada, estaba eclipsada por falsas voces, por falsas promesas. Corría sin parar tras un espejismo, tras un anhelo o una aspiración que nadie nunca me había ofrecido. ¿Acaso se calló Dios o enmudecieron los ángeles? No, simplemente no los podía oír, ni podía ver su vuelo. Sólo escuchaba el latido del corazón acelerado, el sonido de tu propia circulación era tan perceptible que no te dejaba conciliar el sueño, horas y horas caminando, esperando llegar a un lugar donde el corazón sintiera un remanso, horas de camino, kilómetros de miedo recorridos a solas y nadie esperaba para abrazarme al regreso, sólo sentía desconsuelo.
Nunca sucederá, ni que atraviese el Niágara en bicicleta (como dice Juan Luis Guerra), nunca sucederá. Hoy me quiero despedir definitivamente de mi inocencia, de la ingenuidad con la que he recorrido ese camino personal. ¿De qué me debo agarrar? ¿En quiénes puedo confiar? Seguramente en Dios, pero hay una maraña interior de voces contrarias que no me permiten escucharlo con claridad. ¿Cómo le bajo el volumen o la intensidad? ¿Cómo extirpo esa amígdala malsana? ¿Cómo me creo que ni que haga lo que haga me elogiarán o aceptarán? Jamás cubriré sus expectativas porque los planes que tenían era que no tuviera mi propia vida, entonces eso de que culmine una carrera profesional, consiga mi vena artística, pueda crecer sin vivir a sus expensas, sin estar conectada a su respirador, eso, inconscientemente no estaba previsto. Nunca me van a perdonar que haya crecido y quiera volar, ya voy dando pequeños vuelos. Siempre habrá un reproche, y aunque sea todavía la única que vive en el país y en la misma ciudad,  aunque los atiendo en sus necesidades, no seré para ellos la-que-querían-que-fuera, sin risa y sin vida propia, sin alas, sin vuelo.
        ¿En realidad quería que consiguiera el fuego o sólo esperaban a que aterrada me quedara o me devolviera? Por eso apostaba a que mi matrimonio no duraría más de 3 meses, -eso lo decía mi madre- Nadie te aguatará, ni te querrá, eres terrible, horrible como tu papá, y no conseguirás a nadie, a nadie que te ame y te aguante, ¡eres insoportable! Tienes que cambiar, no puedes ser tú, nadie-puede-vivir-contigo, sólo nosotros te soportamos y aquí está tu cuarto de castigo para que regreses. Y muy a su pesar, hace ya casi 30 años que salí al bosque a buscar el fuego, y las veces que he estado tentada a volver, mi cuerpo, mi intuición me han dicho: -Allá sólo de visita, cuando es necesario y por raticos. Para ella también debe ser muy duro ver, muy difícil darse cuenta de que es prescindible, de que puedo vivir sin ella, ¿cómo vas a dejar morir a la madre sobreprotectora? Por eso, cada vez que hago (el ingenuo intento) de acudir a su abrigo me araña, casi me muerde y me muestra los dientes. ¿Será como la loba que les gruñe a sus hijos cuando los desteta y quiere que aprendan a cazar? ¿Será que en el fondo desea que me mantenga en el bosque hasta que consiga la luz? Nunca antes lo habías visto así ¿Será Dios? ¿O todavía responde mi ingenuidad?

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