lunes, 5 de octubre de 2015

¿Dónde se aprende a disfrutar?


Octubre 4
¿Dónde se aprende a disfrutar?

Pedí a Dios que me diera de todo para disfrutar de la vida, y Dios me dio la vida para que disfrutara de todo.

De nuevo llegaron los problemas para dormir toda la noche, los dolorcitos de cabeza, la contracción muscular en piernas y brazos, de nuevo necesito recurrir al tryptanol… todo de nuevo. Y entonces me canso, estoy siempre con ganas de cama, y hacer las cosas me resulta pesado, y tengo ojeras. Estoy cansada de luchar, sí estoy muy cansada y no sé cómo parar, cómo detener esta vorágine de tareas pendientes, de cosas por resolver, de aspectos de mí misma que no tolero, de cosas de mi esposo o mis padres que me molestan y siento que he hecho tanto por mejorar, y me cuesta apreciar los resultados, es difícil vivir conmigo misma y me canso de luchar, tú lo sabes Señor, de ser fuerte, quiero paz y no la consigo, sólo me contacto con el deber y el dolor, el sufrimiento.

Entonces me pregunto: ¿qué hay de nuevo en todo esto Marinés? ¿Está todo igual que al principio? ¿O es sólo el cansancio, la impaciencia y el querer resultados ya? Es un poco de todo, porque honestamente,  y aunque suene muy dramático, vivir conmigo no es cosa fácil, tengo un radio que se enciende en mi cabeza no más abro los ojos, es como si hubieses dejado el computador encendido buscando archivos en la red, y al amanecer todos quieren abrirse al mismo tiempo y pujan por ser atendidos, ¡Dios!, eso es muy agotador, y más me canso cuando comienzo a luchar con mi cuerpo y le pido que se quede un rato más en la cama y no salga enfilado a hacer tareas y más tareas; lejos de relajarse mi cuerpo comienza a contraerse, aunque usted no lo crea.  Sólo logro quedarme un rato más para hacer la oración de la mañana -con la aplicación de rezandovoy- puedo entrar en contacto con mi interior y sentir que estoy en la cama orando y haciendo algo. ¿Así somos todos? Las respuestas de mis más cercanos, mi esposo por ejemplo, me indican que no, no tengo idea de lo que camina por su mente y con cuánta velocidad andan sus tareas dentro de sí, pero al ritmo de las mías, ciertamente, no van.

 Entonces me pregunto de nuevo: ¿qué hay de nuevo en todo esto Marinés? ¿Está todo igual que al principio? ¿O es sólo el cansancio, la impaciencia y el querer resultados ya? Aunque estoy realmente cansada y adolorido mi cuerpo, siento que es un nuevo momento, y una nueva forma de ver lo-mismo-de-siempre, quizás hay menos prepotencia, mayor tolerancia a mi vulnerabilidad, a mi debilidad, más disposición a sentir el brazo de Dios que se abaja hasta donde estoy, y me dice: confía, sigo aquí, no me he ido ni me voy a ir, no tienes que hacer grandes malabares para encontrarme, para dejarte amar y encontrar por Mí, agradece y ofrece lo que te cuesta dominar y comprender. Quizás sea hora de dejar de enfrentarme con la vida, de darme puños y querer que las cosas salgan según yo-creo-que-es-lo-mejor; pero dejar este estilo de vivir, de pensar, de actuar, de orar,… entrar en una de NO confrontación, de respirar y dejar de actuar a las primeras, es muy fuerte, hay muchas cosas que pelean como gata recién parida dentro de mí, muchos software instalados para mi antigua versión. Alguien me podría preguntar: ¿y cuál es el apuro? Verdad, eso me lo pregunto ahora mismo: ¿podrá darse esto de prisa? (sonrío) Creo que no, son los software antiguos echando vaina. 

Y aunque el cuerpo grita de nuevo su dolor, aunque el sueño a veces se vuelve huraño, y me contacto con lo frágil, con lo débil y lo limitada que como humana soy, no me siento derrotada, por allá adentro hay restos de la antigua víctima, de la iracunda guerrera, quienes reclaman sus ancestrales dominios y hacen que el cuerpo sienta sus embates, sus ofensivas, aquí estoy también para agradecerles lo que por mí han hecho. Hoy le agradezco a Dios la vida que me obsequia a diario, y este don para escribir que me permite conversar con mis dolores y mis fantasmas, que no se quedan ahí gritando solos sin que nadie comience a escarbar debajo de la torre para descubrir el tesoro que esconden los perros aulladores. Agradezco a Dios que además puedo compartirlo con tantos otros… Hoy agradezco.

2 comentarios:

  1. Hola, María Inés: Gracias por abrirte a "nuestras oejas virtuales". Somos un montón los "acelerados" y "asustados" de esta cultura; y no nos bajamos de la "montaña rusa". Benditos los serenos, como tu marido (el mío también), que nos acompañan desde su trencito, pero que siempre están. Que Dios te bendiga. Un abrazo.

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  2. Hola Beba: Cuánto contento me produce leer tu comentario. Gracias por acompañarme en esta tarea que uno sabe que otros leen, pero que apenas si de ello me entero. Benditas las coincidencias entre nuestras vidas, en lo acomapañadas que hemos estado por nuestros silentes maridos... me despido muy agradecida de tu compañía en este nuevo camino de mi vida. Un abrazo y que Dios siga bendiciendo tu vida.

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