lunes, 26 de octubre de 2015

¿Escribir sana?




Octubre 23

¿Escribir sana?

Para mi ángel de la guarda

Cómo no escribir un texto dedicado a ti donde te diga: –Gracias, mil veces gracias por escucharme sin descalificarme, por creer en mi talento para escribir, por mostrarme que había otros puntos de vista, que no necesariamente era así, como yo me creía de mí misma.

Gracias por sonreírte conmigo y no juzgarme. Gracias por ayudarme a encontrar el fuego, a encontrar el camino de vuelta. Gracias, sobre todo, por aceptarme como llegué a tu consulta. Gracias por no hacerme sentir que estoy loca o que estoy a punto de serlo. Gracias por tus preguntas, por los libros que me haces leer y las películas que luego compartimos.  No sé muy bien cómo explicar lo que sentí, casi desde la primera vez que entré a tu consultorio, y comenzaste a escucharme, lo hacías con ternura y sin juzgarme, como casi nadie lo había hecho antes.

Gracias por creer en mí y que mi imaginación sólo necesitaba aterrizar en la escritura. Gracias por ayudarme a encontrarme, gracias por ayudarme a podar mi jardín, gracias por abrazar mis bajezas sin horrorizarte. Gracias porque con tu ayuda he aprendido a conocerme, a saber que lo que quiero no es un total despropósito, que no importa que sea distinta y que me cuente mi vida y mi historia para aprender a reconciliarme con ella. Gracias, sobre todo, por escuchar mi dolor y sentirte parte de él, por no horrorizarte ni santiguarte ante mis pensamientos o mis acciones.

Gracias por decirme sostenidamente: ­–¿cuándo hará un libro? –Yo iré para el bautizo, tiene mucho que compartir, es muy valiente, es mucho lo que ha logrado, y yo sin creérmelo, hacía mis tareas y me iba a mi casa, y bajaba al averno confiada en Dios y en que si tú me lo proponías era porque podía hacerlo. Gracias por esperar mi tiempo, mi ritmo, por verme golpear una y otra vez contra la misma estructura, y no decir: –¿Hasta cuándo? Gracias sobre todo por creer en mí, estoy segura que así mismo se llama mi ángel de la guarda, ese que puso Dios a mi cuidado para que pudiera descubrir cuál es el propósito de mi vida. Hoy lo sé, y aunque nunca me gane un concurso literario, ni sea famosa, sé que escribir me ayuda a vivir mejor conmigo misma, también ayudará a quienes viven conmigo a tener a alguien más sosegada a su lado, sosegada no es la palabra, la adecuada es realizada. Sí, escribir me fascina, me cuesta compartir hasta qué punto me realiza, me permite darle riendas a la imaginación, puedo, como dice Rosa Montero, escribir una historia a partir de cualquier rostro o circunstancia que se me presente en el día, puedo andar distraída construyéndole una historia a mi propia vida. Gracias por eso, sólo Dios tiene como pagar tu escucha sanadora, tu empatía, eres su ángel al cumplir con la misión para la que Él te destinó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario